La historia de Rubén y Cristina, los dos personajes protagonistas, y su aventura en Chicago tiene su origen en el mundo real. De hecho es la historia de un viaje que se planeó pero nunca llegó a suceder.
Allá por 2003, la que era mi novia y yo teníamos la intención de viajar a New York, ella propuso que una de las posibles atracciones turísticas podría ser visitar a un ex-novio americano de adolescencia... Un plan que me entusiasmó más bien poco. Otras circunstancias hicieron que al cabo de unas semanas nuestra relación se acabara y, por lo tanto, el viaje se canceló. Imaginar, luego, cómo podría haber sido ese viaje fue el motor del proyecto: una especie de home-movie de los últimos días de una pareja.
Sin embargo, al poner en marcha la guionización del cortometraje todo se fue transformando. De hecho la intervención por parte de todo el equipo en la construcción de la historia -primero Toni Verd como productor, pasando por Ferran Cruixent como compositor, hasta llegar a los propios actores- acabó configurando la trama (cóctel) final: el ingeniero, el taxi, Boeing, el acelerador de partículas, Chicago, el concierto de Clem Snide...
El proyecto, al final, no tuvo un guion convencional sino una escaleta de secuencias más o menos estable que se iría construyendo en los ensayos e improvisando en la filmación, una estrategia que probé en "Batman By Your Side" (2005) con resultados interesantes. En definitiva, un planteamiento totalmente diferente a "Noches Blancas" (2002), que fue un audiovisual medido, controlado y premeditado hasta el último detalle. Para "Microfísica" claras han sido las influencias de las películas de Michael Winterbottom y su estilo documental ("9 Songs", "In This World") así como de la manera de trabajar del cineasta gallego Mario Iglesias ("Madres"), a quien conocí en 2005 en el Festivalito (La Palma, Canarias).
Después de medio año de casting -finalmente asesorados por Laura Guiteras- y preproducción, empezó el rodaje en Chicago. La ciudad más importante del estado de Illinois es, sin duda, fascinante. Y a finales de verano nos ofreció una bonita, aunque cambiante, luz. El equipo que viajamos para allá -siete personas- nos repartimos en dos apartamentos alquilados durante algo más de una semana.
La verdad es que, visto desde la distancia, aquella aventura de improvisación y correteo por las calles de Chicago a contrarreloj podría haber acabado en un fracaso total. Pero todo salió bien, no solo porque la suerte estuvo de nuestra parte sino también, y sobretodo, gracias al buen hacer de todo el equipo. Pero no negaré que fue, al menos para mí, una experiencia bastante dura. A más de 7.000 kilómetros de casa todo se vuelve muy complejo... Y si además la improvisación y el entorno real se convierten en ingredientes fundamentales del trabajo, sacar algo adelante no es moco de pavo.
Pero ha valido la pena. De hecho, el montaje final del corto refleja, en parte, el propio ambiente que vivimos durante aquella semana. Y esa atmósfera de "creación colectiva" que se entrecruza con la historia de los protagonistas ha propiciado un resultado único, que le confiere al proyecto una misteriosa y sugerente naturaleza. A eso fuimos, y en eso sea ha convertido "Microfísica".
por Joan Carles Martorell (septiembre 2008)
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