Aunque su estreno no llegue hasta finales de 2008, los primeros pasos de "Microfísica" se remontan a 2005. Toni Verd (productor) y Joan Carles Martorell (director) comienzan a trabajar en el proyecto y reúnen a un pequeño equipo dispuesto a acometer una empresa de cierta audacia: rodar un cortometraje a caballo entre Barcelona y Chicago, sin apenas presupuesto, enteramente en alta definición. El punto de partida es la historia de (des)amor de una pareja envuelta en la zozobra emocional de la inseguridad y las dudas, que se pretende construir a través de un ejercicio de cinema verité en el que participan activamente los actores del corto.
Un proyecto de tales características implica un riesgo y unas condiciones de rodaje muy exigentes, más aún para un productor debutante como Toni Verd, que tuvo que lidiar con las dificultades implícitas en cualquier rodaje en el extranjero y, a pesar de ello, supo dar respuesta a varios retos de producción de cierta envergadura, ya fuera filmar unas tomas aéreas de Chicago o conseguir los permisos pertinentes para rodar en las instalaciones de un acelerador de partículas. Con la inestimable ayuda de la jefa de producción Nina Benzdko no sólo se llevó a cabo todas esto, sino que además se pudo resolver el inevitable reguero de contratiempos que acompañan a todo rodaje: el retraso de dos días ocasionado por la retención del técnico de sonido –interrogado sobre presuntos etarras en el control de aduanas–, la constante lluvia que obligó a redefinir el plan de rodaje, etc.
En cuanto al apartado visual, "Microfísica" hace una apuesta clara por traducir la ficción que presenta a un lenguaje casi documental, basado en el encuadre y rodado cámara al hombro con iluminación natural, enteramente fotografiado por Takuró Takeuchi y retocado luego en postproducción por Javier de Prado, responsable del etalonaje digital. El resultado justifica las horas invertidas y la decisión de apostar desde el principio por el HD.
No se puede dejar de mencionar la especial importancia que tiene la música en "Microfísica". No ya sólo por la excepcional composición de Ferran Cruixent, interpretada por la Orquesta Sinfónica de Bratislava –algo muy poco habitual en un cortometraje– sino por el peso que tuvo la música al diseñar el ritmo y el tono emocional de la historia, al acompañar al equipo durante su estancia en Chicago y, finalmente, al entrar a formar parte de la historia cuando los protagonistas del corto deciden asistir a un concierto de Clem Snide. La apropiada "End Of Love" es el colofón final del cortometraje, en una inédita versión en directo cedida por la banda justo antes de separarse en 2005, lo cual hace de esta colaboración, si cabe, algo aún más especial. Clem Snide es uno de los grupos cuya música está presente no sólo en el audio sino en las imágenes y en el rodaje de "Microfísica", y entre los que podríamos citar otros ejemplos como Wilco, Madaleine Perroux, Parker & Lilly o South San Gabriel.
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